jueves, 21 de agosto de 2008

DURAMADRE DURAS

Post del 25 de agosto de 1979, manuscrito en la agenda analógica de Marguerite Duras: El mar está gris, negro en el horizonte, llano, pesado, con densidad de hierro. Veleros inmóviles, sellados al mar de hierro. Las siluetas de los paseantes de la playa son del mismo color negro del horizonte. Luego, viento. Por la tarde, todo se deshace, azulea, vuelve al movimiento.

Post mío de otro 25 de agosto que persiste en Cuba tres decadentes décadas después. Los colores son los mismos, acaso más pixelados por la embolia de una era post-digital. El mar y la línea claustrofóbica del horizonte siguen siendo la libertad y, en consecuencia, un mal absoluto para los cubanos. Enfermedad férrea, sin fe. Flatulenta antes que fatua. También persiste la paz pírrica de los paseantes, pacientes en pena. Por supuesto, jamás hubo veleros en el malecón (Margarita, está tan fea la mar, la merd...). Sólo hubo inmóviles noches en vela bajo el soberano corte de electricidad: racionamiento híper-racionalista de luz, apagón sin parangón en la historia de Linternamérica. No hay papeles protagónicos en este histórico film. Sólo hay extras histéricos, encasillados en un guión incivil filmable en blanco y negro: texto inflamable y firmable por la propia Marguerite Duras. Hiroshimabana, mon amour. Todo lo sólido se derrite en su deseo de aire. Totalitarismo del éter: éterotalitarismo homofóbico (de fobia al hombre). Nadie nunca ha visto nada de nuestra Habaniroshima particular. Por el momento, disfrutamos de este escenario ocioso (de naturaleza ósea). Aún nos falta el disparate o el disparo de una voz de ¡acción...! Ya luego comprobaremos que no habrá quién cojones cumpla la contra-orden de ¡corten...! El desenlace será un plano secuencia sensacional, no importa lo que anote en su agenda dentro de treinta agostos nuestra augusta Marguerite Duras.

No hay comentarios: